11 de mayo de 2013

El Corazón sabe a donde late


Unas cuantas tragedias habían sacudido a esta pequeña familia. Viajaban por uno de esos motivos, su hijo,  que había sufrido un terrible accidente y su estado era reservado.

El viaje empezó sin complicaciones, de no ser por la negligencia del ebrio piloto que no supo decir que “NO” aunque este ya preveía el mal tiempo, hubiera sido mejor esperar a que la atmósfera se apacigüe, pero como ser asertivos con la decisión de estos jóvenes padres, cuando su único hijo de cinco años sufrió una grave caída y la zona más afectada era la cabeza.

Era inevitable un accidente, el aeroplano callo intempestivamente hacia una árida zona despoblada. El cuerpo inerte del piloto yacía entre los fierros retorcidos del avión como el de la joven pareja pero está aún con vida, apenas respirando, se dieron un apretón de manos y dejaron que sus caricias hablen por ellos, reposaron hasta que el aliento les volvió, comenzaron a decir lo mucho que se querían entre lágrimas desprovistas de camino por sus mejillas.


El joven padre recordó que tenía un celular en el bolsillo interior de su abrigo, toco la parte inferior de su pecho, y SI, estaba. Se apresuró a llamar a la clínica donde atendían a su hijo, empezó a sonar, mientras la joven madre convulsionaba, su vida se acababa, la fuerza con la que apretaba la mano de su amado se disparó y de un remezón callo, había muerto.

La recepcionista contesto y  al escuchar el pedido del padre, se precipito en donde una enfermera, esta puso el celular cerca del niño tendido en la cama aún inconsciente. El padre empezó a decirle:



“Habrá fotos para que tengas un recuerdo de nosotros, nuestro cariño del que necesitaras en la medida que crezcas, lo sé, te faltara, ya no estaré para llevarte al parque y venzas la timidez, o tu madre para que te arrope en las noches, (*tos, la sangre llenaba sus pulmones) lamento todo esto, a pesar de todo, estaremos ahí para ti, siempre que te asfixies de problemas, tu madre y yo soplaremos para que te refresques , cuídate, Te quiero… “ el oxígeno se le acabo, murió agoviado.



Cuando la llamada finalizo, la enfermera vio caer una lágrima por la mejilla del niño, mientras un ruido blanco y consecutivo se apoderaba del electrocardiograma. Su corazón dejo de latir.



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