Caminaba por la acera detenida,el viento en mi contra, desatandome los zapatos.Haciéndome tropezar tal cual enjuto niño torpe.
Sonriéndome la mala suerte, se burlo de mi y siguiendo su camino me dejo tristemente admirado.
Llorando de impotencia por lo adverso de pronto una luz se reflejo ante mi,sin temor, levante la mirada y poco a poco el horizonte se enalteció y pude ver maravillado la personificación celestial de lo que había buscado.
Eras Tú, sonriendole a la vida, contagiándome ese fervor tuyo.Quede encandilado.
Bello.
ResponderEliminarEN EL MOMENTO MÁS PRECISO, LAS ILUSIONES SE HACEN REALIDAD.
ResponderEliminarUN ABRAZO